Han pasado 17 años desde que Milinko Pantic anotara el gol que le daba la novena Copa del Rey al Atlético de Madrid en La Romareda. Fue en la prórroga, en el minuto 102, frente al FC Barcelona y supuso la consecución del Doblete. Entre ese momento y el pasado viernes han ocurrido muchas cosas: un descenso, un ascenso, años de mediocridad, jugadores que han llegado, jugadores que se han ido, entrenadores, la venta del Calderón... pero hay algo que no ha cambiado, que se ha mantenido fiel año tras año esperando volver a ver al 'Glorioso' levantar una Copa del Rey, la afición.
El partido no pintaba muy bien, no nos engañemos. Solo el recuerdo de la final de Futre y Schuster parecía transmitir alguna esperanza. Y antes del cuarto de hora Cristiano Ronaldo daba la razón a los pesimistas, se avecinaba otro derbi de los de los últimos 14 años, de los de después de Jimmy Hasselbaink. Saque de esquina de Özil y cabezazo del portugués para inaugurar el marcador.
El Atleti trató de reaccionar por medio de Arda Turán (que ponía el fútbol) y de Diego Costa (que ponía la garra). Sin embargo, fue Falcao el que en el centro del campo rompió la cadera de Albiol y dio un pase en profundidad para Diego Costa. El brasileño corrió y cruzó el balón ante Diego López para igualar la final. Gol merecido para un jugador que ha mejorado muchísimo desde que aterrizó en el Manzanares.
La segunda parte fue mejor que la primera. Varios tiros al palo del Madrid que en otro día hubieran activado el cagómetro de los rojiblancos, no hacían más que reforzar la idea de que era posible ganar en Chamartín. La diosa Fortuna vestía la elástica rojiblanca.
Sin que nadie consiguiera deshacer el empate se llegó a la prórroga. Diego Costa tuvo en sus botas el gol en un par de ocasiones, pero el tanto que haría historia estaba reservado para un actor secundario. Koke, grandísimo jugador y enorme atlético, centró desde la banda derecha para que João Miranda rematara ante la salida de Diego López y pusiera por delante al conjunto rojiblanco. Con un gol calcado al de Pantic en 1996, Miranda entró en la historia del Atleti.
Tras esto, llegó el protagonismo para ese chaval espigado que protege la portería. Thibaut Courtois, al que muchos criticaban por no estar fino en los partidos contra el Madrid, protegió la Copa que había ganado Miranda con dos paradones: el primero contra Higuaín, el segundo contra Özil. Se convirtió en héroe. Tras esto hubo varias reyertas en las que solo faltaron navajas, Cristiano y Gabi acabaron expulsados, pero ya daba igual. El Atleti puso fin a 14 años sin vencer al Madrid y lo hizo con un escenario difícilmente superable.
Nada hubiera sido posible sin una persona. Diego Pablo Simeone, atlético de pro, es el principal culpable de todo esto. Resucitó a un equipo moribundo, rescató a jugadores que estaban perdidos y ha vuelto a poner al Atleti entre los tres mejores de España. Me gustó mucho la rueda de prensa post-partido en la que todo fueron alabanzas para los jugadores y, lo más importante, para el grupo. ¡Olé, olé, olé, Cholo Simeone!
No quisiera terminar sin mencionar a una persona que creo que tiene parte de culpa de este éxito, ya que fue Quique Sánchez Flores el que volvió a enseñarnos lo que era levantar un título 14 años después del Doblete.
Un saludo, aúpa Atleti y, ganemos o perdamos, ¡diles que se vayan! Porque hay otra cosa que no ha cambiado desde el cabezazo de Pantic en el 96: el hijo del gordo y el productor de cine siguen dirigiendo el Club que robaron.
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